Dino Battaglia y Totentanz 2005-11-01

 

Si hace unos meses, Planeta empezaba a recuperar a Sergio Toppi(¿podremos seguir degustando más obras del autor?) uno de los dibujantes italianos más representativos, importantes y olvidados (al menos por los editores), ahora es Asteberri quien recupera, con la publicación de Totentanz, a otro de los grandes: Dino Battaglia.

Dino Battaglia (Venecia 1923-Milán 1983) es uno de los artistas más importantes e influyentes del cómic italiano.

Sus primeros pasos destacables en el mundo del cómic lo realiza justo después de la posguerra cuando junto a un grupo de autores italianos, entre los que cabe destacar a Hugo Pratt, crea la revista Asso di Picche, en la que realiza Junglemen.

Posteriormente, ya en los años 50, se hace cargo de unos episodios de Pecos Bill para la casa Mondadori, el western The Kid para Edizioni Audace, colabora con el semanario catolico Il Vittorioso y realiza numerosas historias de aventuras para la revista L'Intrepido. Estas obras le sirven para avanzar en la experimentación gráfica con una estructura de página original e ir consiguiendo el estilo propio que lo caracteriza, muy inspirado en los ilustradores ingleses, pero no es hasta bien entrado los años 60 donde realiza sus obras más famosas, I cinque della Selena y su continuación, Cinque su Marte.

En el año 1967, realiza la adaptación de Moby Dick para la revista Sgt. Kirk, lo que le llevará a una larga etapa en la que produce mayoritariamente adaptaciones al cómic de autores clásicos como Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Stevenson, Mathew Shiel o Hoffmann, en la que participa de un diseño gótico tan marcado que pasa a considerársele el Maestro de lo tenebroso.

Son precisamente parte de estas historias las que ahora recupera Astiberri en el tomo Totentanz.

Cabría destacar también la obra Los cuentos de Mauspassant, donde se recogen adaptaciones de cuentos del escritor francés que Battaglia fue publicando durante los 60 y los 70 en la revista Linus.

Esperemos que esta obra tenga el suficiente éxito para que Astiberri siga confiando en la edición de este autor largamente olvidado y que necesita imperiosamente una puesta al día.

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